Son las siete de la mañana, y Aoede se abre camino a través de un mercado que ya ha empezado a mostrar signos de actividad…
Se halla en algún lugar del subtrópico, y alrededor de ella la gente viste coloridas vestimentas étnicas. Desde el mercado entra en un callejón, y al final de éste hay una casa de madera de dos plantas, un tanto sencilla pero lejos de estar descuidada. Es una estructura abierta, apropiada para el clima húmedo, y la puerta bien podría no haber estado puesta. Aoede exclama un saludo cuando entra a la casa, que resulta estar mucho mejor cuidada de lo esperado.
-Así que eres tú.
La voz habla desde el segundo piso, y allí, apoyado en la barandilla de las escaleras, hay un joven. La luz del sol que se filtra por las ventanas deja su rostro en sombras, pero sus ojos relucen en la oscuridad. Aoede piensa que esos ojos, claros pero inescrutables, son como los de un cazador evaluando fríamente una presa. Como los ojos de un perro de caza, o un gato.
En un segundo, el joven salta desde la escalera y sin hacer ruido aterriza de pie frente a Aoede; todo esto refuerza su impresión gatuna de Noel Kreiss.
-Snow me habló de ti. Así que quieres saber sobre el “otro mundo”.
-Sí, a ser posible. Yo también era parte de ese mundo.
-Eso he oído. Pero nunca he tenido oportunidad de hablar sobre ello. Nadie se tragaría una historia como ésa.
Sin relajar su posición, Noel le pregunta a Yuul, que está de pie en el umbral tras Aoede, su opinión. Yuul mira largamente a Aoede, y decide que pueden fiarse de ella porque les creerá. Noel, con un suspiro, dice que si Yuul lo dice, es porque es así. Aoede percibe su voz adoptar un matiz dulce, y piensa que, para él, la opinión y juicio de Yuul deben de ser lo primero.
Se sientan y comienzan a hablar. Yuul se sienta rígida, su espalda completamente recta, mientras que Noel es la viva imagen del relax, pero Aoede sabe que no debe engañarse: tras la postura relajada de Noel se halla la seguridad de que está preparado para cualquier cosa que pueda ocurrir. A Aoede se le ocurre que Noel no es sólo como un gato, sino que tiene el aura de un perro guardián.
Noel relata su historia, su vida en el 700 d. H., la tribu de los visionarios, Caius y sus aventuras a través del tiempo con Serah.
-La muerte de Serah, la destrucción del mundo, no sólo fueron culpa de Caius. Yo también tuve que ver en eso.
-Pero fue una trampa ideada por Caius, ¿no? Tú no lo sabías. Snow me dijo que no era culpa tuya.
-Es una de esas cosas que no puedes dejar pasar como inevitable, y tampoco es algo que debas permitirte olvidar. No podía dejar de pensar que podía haber habido otra manera, o que debía haberlo hecho mejor y evitar todo aquello… Tuve 500 años, tiempo más que suficiente, para cuestionarme a mí mismo y arrepentirme por mis actos… y eventualmente, incluso llegué a entender cómo Caius debió haberse sentido cuando trató de destruir el mundo por Yuul.
Aoede está sorprendida por su franca confesión, y Noel empieza a hablar de cómo llevó su vida en la Era del Caos. Aoede explica que ha oído hablar del Consejo del Renacer, y de que era el núcleo de la sociedad humana.
-Fue gracias a Sazh y a sus sermones de ánimo. Ya sabes, rollos tipo “cuando las cosas se ponen feas, ¡es hora de que los críos tomen las riendas!” y tal. Me alegraba de tener faena que hacer, para reparar mis errores. No se me ocurría cómo salir de la oscuridad, y sin nada que hacer, habría perdido la cabeza.
-Estabas muy afectado por lo que le habías hecho al mundo, ya veo. Pero también he oído que formaste equipo con Snow para luchar contra los monstruos originados por el Caos.
-No sólo éramos nosotros dos, un montón de gente se nos unió también. Formamos algo parecido a una patrulla. Snow era nuestro capitán, aunque creo que “el Jefazo” lo describiría mejor. Dirigía las tropas y era el primero en lanzarse al ataque cuando había peligro.
-¿Y tú eras su lugarteniente?
-Técnicamente sí, pero la mayor parte del tiempo me separaba del grupo e iba en solitario. Misiones de reconocimiento e infiltración, cazar monstruos y esas cosas.
-Así que eras como una patrulla en uno solo, o mejor dicho, un cazador solitario.
-No es tan guapo como suena. La verdad es que tenía un poco de reparo a mostrarme en público. Había echado el mundo a perder, y por eso nunca pude reunir los ánimos para trabajar en el centro de la sociedad como hacían Hope y Snow. Me sentía avergonzado, como si no tuviera derecho a caminar bajo la luz del día, así que decidí hacer lo mejor para la sociedad desde las sombras. Snow lo entendió, y no tenía problemas con dejarme hacer las cosas a mi manera.
-Entonces ambos confiabais el uno en el otro. Pero oí que la primera vez que conociste a Snow en tus viajes temporales, no os llevabais muy bien.
-Pero eso es de cajón. Era demasiado impulsivo. Por aquel entonces, estaba tratando desesperadamente de proteger a Serah lo mejor posible, y ahí estaba él, intentando abarcar más de lo que podía, y a esto de palmarla. Pensé, “me estoy dejando la piel haciendo el esfuerzo de proteger a tu novia, ¿y tú vas a morirte antes de eso?” Para mí era natural querer decirle una cosa o dos a la cara.
-¿No podías soportar su carácter?
-No va por ahí. Creo que debería haber sabido que, en el fondo, era un buen tío. Quizá tuviera miedo de que intentara alguna de sus locuras y acabara en el hoyo, así que le dediqué algo de consideración aunque no fuera asunto mío.
Aoede sugiere que Noel ahora ve las cosas como son, y puede entender cómo él y Snow se sintieron en aquellos tiempos.
-Sí, era impulsivo sin duda, pero no sólo era impulsivo. Sacaba lo mejor de las personas. Nunca dejó de ser el niñato que se creía el rey del mambo, y todos a su alrededor tenían que asegurarse de que no se metía en líos, y creo que, tal vez, todos los que cuidábamos de él acabamos inspirados por él para darlo todo. Eso fue lo que logré entender en la Era del Caos. Después de años, décadas, de lucha, cuando todos estábamos agotados y a punto de tirar la toalla, Snow seguía ahí fuera en primera línea, arriesgando su vida, y nos enseñó a todos cómo debe ser la espalda de un luchador. Se jugó la vida para devolvernos el ánimo, y hallamos el coraje en sus actos.
-Ya veo, él era el héroe cuyas acciones decían más que sus palabras.
-Yo no pude proteger a la mujer que amaba, Serah, y debería haberme odiado por ello. Y aun así nunca dijo una sola palabra acusatoria.
Noel hace una breve pausa, y continúa con la voz un tanto temblorosa:
-… Eso era demasiado para mí. Incluso se me ocurrió que hubiera sido más fácil para mí si me hubiera chillado. Por Serah, por el Caos, por todo; si tan sólo me hubiera gritado, “¡es por tu culpa!”, entonces quizá hubiera podido defenderme y decir, “¡no, fue culpa de Caius!”, y dejarlo pasar. Llegué a imaginarme eso. Seguramente pienses que es muy egoísta por mi parte.
Aoede es comprensiva; menciona que eso es lo que le pasó a Sazh, pues se sentía culpable por estar tan triste y empezó a distanciarse de los demás.
-Es la primera vez que oigo eso. Así que por eso es por lo que Sazh dejó de vernos… Pero sé cómo debió de sentirse. Después de 300 años viviendo en la Era del Caos, empecé a verlo todo negativamente. Y entonces ocurrió aquello, y eso fue el golpe final.
-Te refieres a la desaparición de Hope.
-Ahora sé que Bhunivelze estaba detrás de ello. Pero por aquel entonces, no teníamos forma de saber lo que había pasado. Pensé que era imposible que Hope hubiera abandonado su trabajo y se hubiera marchado, era demasiado responsable para hacer algo así, y había trabajado muy duro para salvar el mundo. Y además, Hope no fue el único que desapareció. Los científicos trabajando en la investigación en el Nuevo Nido también, todos y cada uno de ellos.
-¿Qué clase de investigación tenían en el Nido?
-Tenía algo que ver con controlar el Caos… tendrás que preguntarle a Hope por los detalles. De todas formas, no había explicación para lo sucedido, y el Consejo del Renacer se vino abajo tratando de tomar el relevo. Fueron tiempos peligrosos para nuestra sociedad, y Snow y yo vimos nuestro trabajo interrumpido tratando de mantener el orden público. Eventualmente acabamos tan ocupados que no teníamos tiempo para vernos.
-Y mientras tanto, la salvación del Altísimo empezó a seducir los corazones de la gente. El todopoderoso Bhunivelze nos llevaría a todos al nuevo mundo; ésas eran las enseñanzas de la Orden, cuya influencia se extendió.
-La Orden era la que más tajada sacaba con la desaparición de Hope. Pensé que tal vez la Orden fuera quien lo secuestrara, así que me embarqué en una misión de infiltración para averiguarlo.
-¿Y encontraste alguna evidencia?
-Ni una sola. Aun así, la manera de hacer las cosas de la Orden no me convencía. Decían que estaban salvando almas, pintaban muy bonita su palabrería, pero en el momento en el que se hicieron con el control la tomaron con todo aquel que les llevaba la contraria. Así que me colé en su catedral y, bueno, digamos que les dejé una advertencia severa. Por eso alguna gente empezó a llamarme el Cazador Oscuro. Mientras tanto, oí que Snow intentaba evitar que la Orden monopolizara los suministros, y eligió comprometerse para esquivar un conflicto directo con ellos. Cuando me enteré de que había aceptado el título de Patrón de la Orden, creí que había vendido su alma a las enseñanzas de un dios turbio. Pero en el fondo debería haber sabido lo que estaba pensando. Liarse a tortas con la Orden habría implicado una guerra civil, y tal y como lo resolvió le permitió mantener el control de Yusnaan y la planta de suministros, al tiempo que mantenía a la Orden a raya. Sabía que era la pura verdad… pero al mismo tiempo no quería entenderlo.
Sin Hope para mantenerlos unidos, los viejos amigos se distanciaron. Trece años antes del fin del mundo, Vanille y Fang despertaron, pero Noel apenas tenía nada que ver con ellas. Al mismo tiempo, empezaron a extenderse rumores sobre el Redentor.
-Y fue entonces cuando esa chica, Lumina, apareció. Nadie sabía de dónde vino. Era un misterio, porque no podían haber nacido niños con el Caos campando a sus anchas. Y también apareció el Auspiciador en ese momento.
-Serah me ha hablado sobre los Auspiciadores. Son grabaciones de profecías del futuro que veían los visionarios, cada generación de Yuuls.
-Demasiado bien lo sé. Y por eso mismo me engañaron como a un tonto.
-¿Te engañaron?
-Fue una falsa profecía que hizo Lumina. Las cosas que mostraba no eran más que imágenes de un futuro que quería con locura. Volver a encontrarme con Yuul, vivir nuestras vidas juntos en paz… Era un futuro que quería hacer que sucediera, y por ello habría hecho lo que fuera.
-Supongo que buscabas tu salvación en la profecía. ¿Qué te hizo caer en ello?
-La desesperación. Era más de lo que podía soportar, así que me aferré desesperadamente a la esperanza. Pensaba para mis adentros, no me importa si he de mancharme las manos de sangre. La profecía mostraba una historia real. Si derrotaba al Redentor, es decir, si mataba a Lightning, nos aguardaría un futuro de paz. Así que traté de matarla.
-¿Y no tenías reparos en luchar contra Lightning?
-… ¿No lo recuerdas? He dicho antes que sabía cómo debía de haberse sentido Caius. La muerte de Serah, la destrucción del mundo… No dejaba de machacarme a mí mismo acerca de mis errores pasados, y me sustentaba la desesperación. No podía pensar en positivo, me dejaba un mal sabor de boca.
-Viviste demasiado tiempo sin la conciencia tranquila, ¿y por eso elegiste el camino de la destrucción?
-Creo que a Caius le pasó lo mismo. No importaba cuántas veces perdiera a Yuul, ni siquiera podía acabar con su vida y su desesperación, porque era inmortal. Y entonces fue cuando tomó la decisión equivocada y decidió destruir el mundo. Yo era como él entonces. Volviendo la vista atrás, no fui el único que perdió la cabeza. Snow y Sazh, cada uno tenía sus propios problemas y no veían solución. Todos estábamos un poco tocados, de alguna manera.
Entonces Yuul interviene:
-Pero el Redentor, Lightning, regresó, y liberó las almas de la gente que hasta entonces había estado atrapada.
-¿Qué estabas haciendo entonces, Yuul? Deberías haber muerto en el 700 d. H. …
-Mi alma… nuestras almas estaban con Caius. Juntos, con las almas de todos los Oráculos de nombre Yuul. Éramos un vasto número de almas fusionadas, y por eso no teníamos una conciencia o voluntad estructurada. Existíamos sólo como un voluble, inocente deseo.
-Ella estaba en el santuario de las Marcas Salvajes, no muy lejos de Yusnaan o Luxerion –dice Noel–. No tenía ni idea de que estuviera tan cerca.
-¿Quiere decir eso que Caius vivía allí también? –le pregunta Aoede a Yuul.
-No estaba ni vivo ni muerto. Los sentimientos de las incontables Yuuls se contradecían: algunas Yuuls pensaban que había sufrido demasiado tiempo y querían que muriera para liberarlo, pero otras Yuuls no querían que muriera y deseaban que permaneciera junto a ellas. Nuestros sentimientos contradictorios se fundieron con el Caos y aprisionaron su alma. No le permitían desaparecer.
-¿El alma de Caius renació también en este mundo?
-… No está en el mundo que ves. Caius está en el plano al que las almas regresan. Si mueres, estoy segura de que lo encontrarás.
-Así que si vive en el mundo de los muertos…
-Protege las almas de los difuntos, los conduce a una nueva vida, gobierna las Tierras Etéreas. Eso es lo que hace.
Aoede da por finalizada la entrevista, y los tres hacen una visita al mercado. Es casi la hora de comer, y el mercado está lleno de actividad. En los rostros de Noel y Yuul hay profunda satisfacción, y Aoede cree que sabe por qué eligieron vivir entre tanta algarabía: para dos almas que sólo conocieron una era de soledad, el ambiente bullicioso debe de ser algo muy reconfortante para ellos.
Yuul, que había sido escueta y cuidadosa con sus palabras en la entrevista, es ahora una persona completamente diferente: baila por las calles, le señala a Noel todo lo que le resulta curioso con ojos brillantes y la risa brota fácilmente de sus labios. Noel, con su mirada dulce, la vigila. Aoede piensa que pasarán muchos, muchos años antes de que ambos se reencuentren con Caius Ballad en el mundo de los muertos.
Comen juntos, pero antes de separarse Noel escribe en la libreta de Aoede dónde puede encontrar a Fang y Vanille.
-Encontrarás aquí a Fang y Vanille. De hecho, Snow me pidió un favor. Me dijo que si, después de conocerte, opinaba que eras de confianza, debía decirte dónde viven ambas.
Noel se queja entonces de Snow y su falta de responsabilidad; no debería haber dejado una decisión tan importante en manos de otra persona. Pero aunque dice esto, hay una leve sonrisa en sus labios, y una mirada nostálgica en sus ojos.
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martes, 30 de junio de 2015
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