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martes, 7 de julio de 2015

Final Fantasy XIII: Reminiscence -tracer of memories- CAPÍTULO X – PASAJERA

Estoy en un tren. Me metieron en este tren, como mero cargamento. Mis manos están esposadas, llevo una camisa de fuerza, y me están llevando a algún lugar, junto a toda esta gente…


Todos están en sus asientos, cabezas y ánimos bajos. Las capuchas de los atuendos de contención ocultan sus expresiones de forma que no puedo verlas, pero sé que todos los rostros a mi alrededor deben de estar teñidos de miedo y desesperación. Nuestros apacibles días nos han sido arrebatados sin previo aviso, y estamos a punto de ser exiliados, llevado a un mundo lleno de peligros. Soldados con rifles nos vigilan, alerta.

De pronto el tren se zarandea violentamente. Los soldados pierden el equilibrio, y en ese momento salto de mi asiento.

Corro hacia los soldados, los mando volando. A un soldado se le cae un control remoto de la mano y lo rompo en pedazos bajo mi talón; los cierres eléctricos de nuestras esposas se abren. Los otros soldados están a punto de venir a por mí. Me quito el traje de contención y doy un salto. Aterrizo justo en medio de mis enemigos, y una buena patada los quita de en medio.

… Oh. Estoy soñando.

Me doy cuenta de esto mientras disparo el rifle que acabo de quitarle a un soldado enemigo. Y tan pronto como me doy cuenta de que esto es un sueño, recobro el sentido.

Era un sueño de ese otro mundo. Ha pasado algo de tiempo desde la última vez que ocurrió. Creo que es porque estuve repasando mis apuntes de las entrevistas anoche. Sazh me describió con gran emoción (e incluso imitó) cómo Lightning se coló en el tren de la Purga y se encargó de todos los soldados.

Al final todavía no he publicado los resultados de esas entrevistas.

El vínculo entre Lightning, Sazh, Hope y los demás, el lazo que los une… es una historia de cómo los humanos se unieron para enfrentarse al Altísimo, y sé que si la comparto con todo el mundo sería una fuente de coraje y esperanza para la gente. Pero también sé que una vez lo hiciera, todos los ojos se volverían hacia Lightning y sus amigos, lo quisieran o no. Me preocupa alterar sus tranquilas vidas, no cuando ya han dejado atrás tanta lucha. Así que en otras palabras, me costó mucho conseguir las entrevistas y descubrir la verdad, pero al final no me siento capaz de publicar mis descubrimientos. Soy un fracaso como reportera, lo sé.

No lo negaré. Últimamente me he alejado demasiado de lo que un reportero se supone que debe ser.

Mi antiguo yo, la persona que fui, creo que tal vez murió en ese campo de batalla.

Estaba cubriendo la guerra civil cuando por poco termino criando malvas, y después de permitirme el mínimo tratamiento médico y descanso, volví una vez más al campo de batalla. Los que había a mi alrededor trataron de detenerme, pero no les escuché. Me acerqué a las fuerzas opuestas, e hice lo que pude para conseguir todas las versiones de la historia sin prejuicios ni predilecciones. Me aseguré de mantener una posición neutral, para evitar cualquier declinación en mis informes, y para evitar presentar a nadie como “los malos”. Tuve mucho cuidado de cubrir todo ángulo posible.

Mis esfuerzos para mantenerme totalmente neutral dieron resultado, creo, porque de alguna manera me gané la confianza de las muchas fuerzas en liza. Empezaron a hablar francamente conmigo, y descubrí que muchos de ellos no querían luchar para nada. El único problema era que nunca encontraron una manera de sentarse a hablar con sus enemigos.

Ahí es donde entré yo. Adopté el rol de mediadora. Permanecí en el medio, junto a todas las fuerzas que participaron, y mientras llevaba a cabo mis deberes como reportera, también llevaba mensajes, organizaba negociaciones, me las arreglaba para que se mantuvieran en contacto. Sólo era el canal, pero también me estaba implicando hasta el cuello en las cosas de los principales contendientes en la guerra. Estoy bastante segura de que ya me he pasado por alto el código ético que todos los reporteros tratan de proteger, la necesidad de mantener la objetividad en todo momento. Peor aún, si las cosas no salen como se supone, podría verme muy bien envuelta en una acusación como cómplice de crímenes de guerra.

Soy consciente de todo eso, y no me preocupaba lo más mínimo. Quería ayudar a ponerle punto y final a la guerra civil. Así que aquí estoy, en medio de los preparativos de un encuentro muy importante. El plan es que todas las facciones envueltas se encuentren en otro país, lejos del campo de batalla, y que se sienten a hablar. No sé si va a funcionar. No puedo descartar la posibilidad de que haya asesinos que vayan a por mí, cortesía de quienes quieren sabotear las negociaciones.

Pero no importa si acabo muerta, porque lo único que implica es que volveré a encontrarme con Caius Ballad. Si muerdo el polvo mientras camino en la dirección que considero correcta, creo que podré plantarme frente al Dios de la Muerte con orgullo en mis ojos en esta ocasión.

No soy tan vanidosa como para creer que puedo cambiar el mundo yo sola. Pero creo que puedo ayudar a guiar el mundo en una dirección mejor. Ése es el coraje, la esperanza que encontré en la historia de ese otro mundo.

Cada vez que pienso en esa historia, mi corazón se ilumina un poco.

. . .

Estoy acabando de salir de mi ensoñación, y desearía poder haber dormido un poco más. De verdad quiero descansar en este viaje en tren: me quedé despierta trabajando anoche y hay un encuentro importante esperándome allá donde voy. Había sido una siesta agradable, pude relajarme en los cómodos asientos del tren y sentir el rítmico dueto de ruedas y raíl en mi interior. Era agradable, y deseaba que no terminara.

Cierro los ojos, y por un rato me dejo llevar por el zarandeo del tren. En algún momento, una intensa luz atraviesa mis párpados. Estoy envuelta en la luz del sol que se filtra por la ventana; abro a regañadientes los ojos y miro fuera. El cielo es azul y los verdes campos se extienden ante mí bajo la brillante y limpia luz solar. Llegaré a mi destino en algún momento de la tarde, así que aún falta mucho. No me hará daño dormir un poco más.

El tren empieza a perder velocidad poco a poco. Debemos estar acercándonos a la siguiente estación. Oigo pasos que se acercan por detrás y pasan de largo. Debe de ser un pasajero que se baja aquí. A través de los divisores de mi asiento, atisbo un relámpago de la espalda de una chaqueta ligera. Una mujer con el cabello del color de las rosas.

Estoy completamente despierta el momento siguiente.

Me golpea como un rayo. Me levanto del asiento como si me hubiera quemado, y susurro, atónita:

-Lightning…

Ella se detiene.

Se gira hacia mí, con una mirada afilada en su rostro. No la culpo; yo también me pondría en guardia si un desconocido me llamara por mi nombre sin previo aviso. Pero bajo esa expresión tan dura creo ver también un rastro de Serah Farron.

Es Lightning, no hay duda. Su nombre fue mencionado en cada una de las entrevistas que realicé. Es irónico. Quería tanto conocerla, pero no había manera de dar con ella. Y aquí estoy, cara a cara con ella, por pura casualidad.

Ella no dice nada. Empiezo a hablar.

-Siempre he querido conocerte. Conocí a todos, pero eras la única a la que no podía llegar.

Ella parece saber de lo que hablo.

-… Ya veo, así que eres tú.

La dureza de su mirada se desvanece.

-La reportera que ha estado persiguiendo a todos, y quería conocerme. Sí, he oído hablar de ti.

-Por favor, me encantaría poder entrevistarte.

Un ensordecedor chirrido de los raíles ahoga mi voz. El tren está perdiendo velocidad rápidamente. Estamos llegando a la siguiente parada.

Ella echa un vistazo a la ventana, y sacude la cabeza.

-Lo siento, pero no tengo tiempo para charlar. Ésta es mi parada.

-Entonces iré contigo, yo…

Me bajaré aquí también, estoy a punto de decir, cuando me doy cuenta.

Tengo una suerte tremenda, dando con Lightning aquí después de tanto callejón sin salida siguiéndole la pista. Probablemente no vuelva a pasar, así que no puedo dejar que este encuentro se me escape de las manos.

Pero ahora mismo, yo…

Tengo que apartar la mirada, decepcionada. Con un suspiro, me obligo a decir:

-… Lo entiendo. Qué mala suerte, pero supongo que no siempre puedo salirme con la mía.

-¿Estás segura?

Parece más sorprendida de lo que yo lo estoy. No creo que esperara que me rindiera tan pronto.

Vale, sí, estoy decepcionada, claro que sí.

Pero ésta no es mi parada.

Tengo una misión. Hay alguien con quien debo encontrarme en mi destino, y aún falta para eso. Tengo que encontrarme con esta persona para hallar una forma de detener la guerra. Es mi deber. No hay garantía de que mis acciones, insignificantes como son, acaben con la guerra, pero he decidido que lo voy a intentar.

Encontraré el camino que lleve al final de la guerra, y lo seguiré tan rápido como pueda. Ésa es la misión que me he asignado a mí misma. La gente que desea la paz me espera al final de este camino. No puedo bajarme antes de mi parada.

Alzo la cabeza y miro a Lightning.

-Hay cosas que debo hacer. La entrevista queda en pendientes, si estás de acuerdo.

-No estoy tan segura de eso.

Sus palabras son un poco desalentadoras, pero su voz es amable. Al menos no me ha dicho que no rotundamente.

-Hay algo que quiero que sepas. Siempre he querido decirte esto, si algún día te conocía.

Estamos casi en la estación, y el tren está a punto de pararse. No hay tiempo. El sonido de los chirriantes frenos me dice que tengo que darme prisa, y mis palabras surgen apresuradamente:

-Yo… No, todos nosotros, la humanidad, estamos bien. Sin duda vamos a estar bien. Hay veces en las que cometemos un error tras otro, cuando nos hacemos daño los unos a los otros. Pero aun así, este mundo… este mundo que tú y tus amigos ganasteis en vuestra victoria contra el Altísimo… está construido por nosotros, somos lo que sustentamos este mundo, somos sus cimientos. Así que trataremos de sacar este mundo adelante, con la poca fuerza que tengamos, por nosotros mismos. Quizá seamos pequeños e insignificantes solos, pero juntos haremos de este mundo un lugar mejor.

-… Entiendo. Lo dejo en vuestras manos.

Asiente, y se da la vuelta. Es un adiós.

Miro por la ventana cómo Lightning salta a la plataforma y se aleja. El tren empieza a moverse, e inmediatamente la pierdo de vista. Extrañamente, me descubro no lamentándome nada. Su expresión cuando nos separamos está grabada en mi memoria, y aún puedo verla.

Era una cálida, dulce sonrisa. Y la verdad, me cogió por sorpresa. Siempre imaginé que Lightning era estricta y exigente, y que nunca bajaba la guardia. Nunca pensé que la vería sonreír así.

Y se me ocurre que su lucha acabó en ese otro mundo.

Lightning envió al Dios de la Luz a su tumba, y al hacerlo se liberó a sí misma de tantas batallas. Y no es la única que obtuvo la libertad. El Altísimo, el manipulador de la humanidad, fue derrotado, y todas las almas humanas escaparon de su yugo para renacer en el nuevo mundo.

Eso la incluye a ella. Ella también ha renacido.

Ya no tiene que luchar más. Igual ni siquiera se hace llamar “Lightning” ahora. Una vida tranquila, su corazón abierto a sus amigos y familia, gente que significa un mundo para ella, compartiendo alegres sonrisas… Seguro que ésa es su vida ahora.

Tengo la impresión de que volveré a verla, en algún lugar, algún día. Nunca he podido dar con ella, y ni siquiera ahora, después de encontrármela accidentalmente, dispongo de su dirección; aun así, estoy completamente segura de que ésta no será la última vez que nos veamos. Sabe quién soy. Seguro que ha oído hablar de mí a alguno de sus amigos. El vínculo entre ellos es tan fuerte como siempre, incluso después de su renacer en este mundo. Si visito a sus amigos otra vez, seguro que la encontraré en algún lugar. Aún son amigos, después de todo, y siempre serán parte unos de otros.

Se me ocurre preguntarme por qué se bajó en aquella estación. ¿Acaso va a encontrarse con alguien? ¿Quizá alguno de sus amigos está esperándola? ¿O va a reunirse con alguien especial para ella a quien no conozco? No importa qué respuesta es la correcta. Ahora ella es libre. Puede ir donde quiera y encontrarse con quien quiera. Lo que ella desea sin duda se hará realidad. Quiero eso para ella, desde lo más profundo de mi corazón.



“La voluntad de la humanidad determina el destino de este mundo sin el Altísimo.” Si esto es así, quiero creer que si lo deseo de verdad, un futuro aún más radiante la está esperando. Que esta mujer, que una vez fue una brillante luz en ese otro mundo, encuentre la esperanza. Éste fue mi deseo, y fue como una plegaria, una promesa.


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